CAPITULO V.
El
Concilio de Jerusalén.

Es obvio que Jesús mismo no tenía intenciones de
crear una nueva religión. Tampoco era la
intención de Santiago ni la del Movimiento
Nazareno de Jerusalén. La sola idea les habría
horrorizado considerándola la más grave
blasfémia. Ellos eran, al igual que Jesús,
judíos devotos, trabajando y predicando dentro
del contexto de la más pura tradición judía. Es
cierto que buscaban renovar ciertas observancias,
además de ciertas reformas y ciertos cambios
políticos. Querían además purificar su religión
de ciertos elementos extraños recientemente
adquiridos por los judíos, y querían restaurar
su pureza original. Pero ni siquiera habían
soñado con crear una nueva forma de creencia que
pudiera convertirse en rival del judaísmo -O
peor aún, su persecutor.
Entre el año 35 y 36 EC, hubo un levantamiento
en Samaria dirigido por un Mesías samaritano.
Esta revolución fue cruelmente sofocada, y
muchos samaritanos, incluyendo los líderes,
fueron exterminados en el proceso. Mientras
tanto, la persecución a los seguidores de Jesús
parece haberse intensificado. En el año 36 EC,
por ejemplo, Esteban, usualmente honrado como el
primer mártir del Cristianismo -Aunque él se
veía a sí mismo como un judío piadoso-, fué
apedreado a muerte en Jerusalén, y muchos
nazarenos abandonaron la ciudad. Pero ya en ése
entonces, apenas un año y medio después de la
Ascensión de Jesús, ya debían estar bastante
extendidos y ser muy numerosos porque Pablo,
actuando en nombre de los sacerdotes saduceos y
armado con órdenes de arrestro del Sumo
Sacerdote, se dedica a cazarlos, llegando hasta
Damasco en su persecución.
Los saduceos en tiempos de los Macabeos fueron,
sin duda, un grupo de fieles seguidores de la
Ley. Sin embargo, los saduceos organizados por
Herodes eran muy diferentes. Estaban firmemente
alineados con el monarca usurpador. Gozaban de
una facil y confortable vida de prestigio y
privilegios, ejercitaban un lucrativo monopolio
sobre el Templo y todo lo relacionado con éste.
Y no tenían idea alguna del "Celo por la ley".
Israel se encontraba por entonces bajo el yugo
de una monarquía corrupta e ilegítima y de un
sacerdocio igual de corrupto e ilegítimo. Ambos,
al fin y al cabo, eran instrumentos de la Roma
pagana.
Alrededor del año 38 EC, Jesús era abiertamente
proclamado como el Mesías -no el hijo de Dios
sino el rey justo y ungído- por refugiados
nazarenos, o tal vez comunidades establecidas
tan lejos como Antioquía, por ejemplo. Y fué
allí, en la lejana capital siria al norte de
Damasco que el término "cristiano" empezó a
usarse. Hasta entonces se les llamaba
simplemente "nazarenos", y siguieron siendo
llamados nazarenos en otros lugares por muchos
años, especialmente en Jerusalén.
Ya en el año 38 EC, encontramos una bien
establecida autoridad central nazarena en
Jerusalén. Esta Jefatura sería llamada por
cronistas posteriores "La Iglesia Primitiva". El
más famoso de sus miembros era, naturalmente,
Pedro. Sin embargo la cabeza oficial de ésta
Iglesia era Jacobo, el "hermano" de Jesús, y
ésto es algo que las tradiciones tardías
maliciosamente desdeñan. Jacobo sería
posteriormente conocido como Santiago. Pero lo
significativo es que sea Santiago "hermano" de
Jesús, y no Pedro, quien preside esta Iglesia de
Jerusalén.
Aunque el libro "Hechos de los Apóstoles" no
establece explícitamente que Santiago fuese el
líder de la comunidad en Jerusalén, le da un rol
prominente en Hechos 15:13-21 y 21:18. Este
último dice claramente:
"Y al dí siguiente Pablo entró con nosotros a
ver a Santiago, y se hallaban reunidos todos los
ancianos."
Esto pone a los ancianos en una posición
subordinada con respecto a Santiago. Pablo, en
su carta a los gálatas, declara: "Y reconociendo
la gracia que me había sido dada, Santiago,
Pedro y Juan que eran considerados como
columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la
diestra...". Más adelante, la misma carta (Gal.
2:11-12) nos muestra claramente que Pedro fué a
Antioquía por orden de Santiago. Algunos autores
posteriores de la Iglesia denominan
explícitamente a Santiago "líder de los
primitivos cristianos."
Hechos de los Apóstoles
La trayectoria de Pablo es registrada por
"Hechos de los apóstoles". Pablo aparece en
escena un año después de la crucifixión. Bajo el
nombre de "Saulo de Tarso", un saduceo fanático
o un instrumento de los saduceos(1), participa
activamente de los ataques a los nazarenos en
Jerusalén. Es tan activa su participación que
estuvo presente en el apedreamiento a muerte de
Esteban.
Pablo es bastante claro: Sin remordimientos
admite que perseguía a sus víctimas a "muerte".
Poco después de la muerte de Esteban, Pablo -aún
Saulo de Tarso- llevado por su fervor fanático,
se dirige a Damasco, en Siria, para cazar a los
nazarenos en ésa ciudad. Estaba acompañado por
un bando de hombres presumiblemente armado y
porta órdenes de arresto del Sumo Sacerdote del
Sanedrín. Como se aclaró antes, la autoridad del
Sumo Sacerdote no se extendía a Siria. Para que
Pablo ejerciese autoridad allí debía tener
algúna autorización de lor romanos, lo que
indica un especial interés romano en erradicar a
los nazarenos. En ninguna otra circunstancia
habrían tolerado "vigilantes paramilitares"
operando con inmunidad tan lejos de sus propios
dominios.(2)
Camino a Damasco, Pablo sufre una experiencia
traumática, que los comentaristas han explicado
de cualquier forma desde una insolación, pasando
por un ataque epiléptico, hasta una "experiencia
mística". Supuestamente una "luz del cielo" lo
derriba del caballo y una voz saliendo de la
nada le pregunta: "Saulo Saulo, ¿Por qué me
persigues?". Saulo pide que la voz se
identifique y la voz responde: "Soy Jesús el
nazareno, y tu me estás persiguiendo". Luego le
manda seguir a Damasco donde se le diría qué
hacer posteriormente.(3) Una vez terminada esta
experiencia, Saulo recupera la conciencia y se
da cuenta de que está ciego. Un nazareno en
Damasco le devuelve la vista (4).
Saulo interpreta ésto como una verdadera
manifestación de Jesús, a quien nunca conoció
personalmente, por lo que se "convierte".
Desecha su anterior nombre para llamarse Pablo.
De allí en adelante predica las enseñanzas de la
Iglesia primitiva con el mismo fervor con que,
al principio, intentó extirparlas, se une a la
comunidad nazarena y pasa ser uno de sus
discípulos o aprendices. Según Gálatas 1:17-18,
permanece tres años bajo la tutela de éstos,
pasando gran parte de este tiempo en Damasco.
Después de su aprendizaje de tres años, Pablo
vuelve a Jerusalén para reunirse con los líderes
de la comunidad. No es para sorprenderse que la
mayoría guarde sospechas y no estén convencidos
de su conversión. En hechos 9:27, Bernabé, su
compañero de viaje, le defiende diciendo que
habló valientemente en nombre de Jesús. Sin
embargo, surge una discusión y, según Hechos
9:29, ciertos miembros de la comunidad de
Jerusalén lo amenazan. A fin de evitar una
situación potencialmente desagradable, sus
aliados lo envían a Tarso, la ciudad donde nació
(Hoy en Turquía). Lo envían a su hogar, a
predicar allí el mensaje.
Este sería el primero de los tres viajes de
Pablo. Según Hechos, entre otros lugares, lo
lleva a Antioquía, y -como explica Hechos 11:26-
es allí donde los discípulos son llamados
cristianos por primera vez. Los estudiosos datan
este viaje a Antioquía en el año 43 EC,
aproximadamente. En ésa época, ya había allí una
comunidad de la Iglesia Primitiva
establecida y subordinada a la jefatura de la
secta de Jerusalén, al mando de Santiago.
Cinco, o más, años después, Pablo se encuentra
predicando en Antioquía, cuando surge una
disputa sobre el contenido de su obra misionera.
Como Hechos 15 explica, ciertos representantes
de la Jefatura de Jerusalén llegan a Antioquía.
Tal vez, como sugiere Robert Eisenman, un
experto del tema, con el específico propósito de
investigar las actividades de Pablo. El y su
compañero Bernabé son llamados nuevamente a
Jerusalén, donde el concilio de Jerusalén se
debía reunir para discutir las revolucionarias
ideas de Pablo. De acuerdo a las instrucciones
que se le dieron, Pablo retorna de Antioquía a
Jerusalén -se cree que fué en el 48 o el 49 EC-
y se encuentra ante la dirigencia de la
comunidad (5).
No nos debe sorprender que surja otra grave
disputa. De este punto en adelante, se produce
un cisma (una división) entre Pablo y Santiago,
y esta brecha se hace cada vez más profunda. El
autor de "Hechos de los apóstoles", en lo que
concierne a esta disputa, está descarada y
definitivamente al lado de Pablo (6).
Si es que se puede creer en Hechos, Santiago,
tratando de llegar a la paz, acuerda ceder un
poco, haciendo más fácil para los paganos unirse
a la congregación. Consiente ser permisivo con
ciertos aspectos de la Ley, y ésto es bastante
improbable(7), mientras se mantenía rígido en
otros. Pablo acepta todo lo que el Concilio
decide, por lo menos frente a ellos. Hasta aquí,
aún necesita del apoyo del Concilio, no para
legitimizar sus enseñanzas, sino para legalizar
y garantizar la supervivencia de las comunidades
que fundó fuera de Jerusalén. Sin embargo, ya
había decidido tomar su propio camino.
Antes del Concilio de Jerusalén, los apóstoles
apoyaban los esfuerzos de Pablo. Pero surge la
división entre este último y los otros
discípulos. Pablo se embarca en otra misión de
viajes y prédica, culminada con otra visita a
Jerusalén (Hechos 21:18). La mayor parte de sus
epístolas datan de esta época, entre el 50 y el
58 EC. Está claro en sus cartas que, ya en esta
época, se hallaba casi completamente apartado de
los líderes en Jerusalén y de su adherencia a la
Ley de Moisés. En su carta a los Gálatas (Cerca
del 57 EC), burlonamente alude a "...los que
tenían reputación de ser algo, lo que hayan sido
en otro tiempo nada me importa..." (Gal. 2:6).
En Gal. 2:11-13, Pablo condena a Pedro, y
acusa a Santiago y a su anterior compañero de
viaje, Bernabé de hipocresía(8)
Su posición teológica se había también desviado
irreparablemente de aquellos que se adherían
rigurosamente a la Ley. En su epístola a los
Romanos afirma "...El hombre es justificado por
fé sin las obras de la Ley." (Rom. 3:28). Lo
anterior contradice, sin lugar a dudas, a
Santiago 2:24, que dice: "...el hombre es
justificado por las obras y no solamente por la
fé..."(9). Las afirmaciones de Pablo son los
provocativos y desafiantes comentarios de un
renegado autoproclamado. "La Cristiandad", de la
forma en que evolucionó desde Pablo, ha cortado
ahora toda conexión con sus orígenes, y no
podemos decir que tenga algo que ver con Jesús,
tal vez sólo con la imagen de Jesús que Pablo
presentaba.
Debemos remarcar que Pablo es, en efecto, el
primer cristiano "hereje", y que sus enseñanzas
-que luego serían la base del cristianismo
tardío- son una flagrante desviación de la forma
original y pura defendida por los líderes de la
Iglesia Primitiva. No importa si Santiago, "el
hermano del Señor", es o no pariente
consanguíneo de Jesús (Y todo nos sugiere que sí
lo era). Lo que está bastante claro es que
conoció a Jesús personalmente. Este es el caso
de la mayoría de los otros miembros de la
comunidad, "La Iglesia Primitiva" de Jerusalén,
y esto incluye a Pedro obviamente. Cuando éstos
hablaban lo hacían con una autoridad de primera
mano (algo que Pablo no tenía, ni de lejos).
Pablo nunca llegó a tener tan cercanos vínculos
con la figura que empezaba a considerar su
"Salvador". Pablo solo tenía una "experiencia
mística" en el desierto y aquella voz venida de
la nada. El hecho de que él se de a sí mismo
alguna autoridad en base a esa "experiencia" es
por lo mínimo "presuntuosidad". Esto además lo
llevó a distorsionar las enseñanzas de Jesús
hasta dejarlas irreconocibles -llegando a crear
su propia teología personal e idiosincrasia.
Para Jesús, adherido rigurosamente a la Ley
Judaica, habría sido la más extrema blasfemia
predicar la adoración de cualquier figura
mortal, incluyendo su propia persona. Jesús lo
deja bien claro cuando exige en los evangelios,
de sus apóstoles, discípulos y oyentes, que
reconozcan sólo a Dios. En Marcos 10:17-18, por
ejemplo, un hombre viene hasta él para
preguntarle: "...Maestro bueno ¿Qué haré para
heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué
me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo
uno, Dios".
Pablo deja a Dios de lado y establece, por
primera vez, la adoración a Jesús -un
equivalente a Adonis, a Tammuz, a Attis, o
cualquiera de los otros dioses muriendo y
resucitando que poblaban el Medio Oriente en esa
época...No es nada extraño pues, que Santiago y
los que le rodean se molestaran mucho por lo que
Pablo hacía.
Pablo sabe bien lo que hace. El comprendía, con
una sorprendente y moderna sofisticación, las
técnicas de la propaganda religiosa(10). El
conocía lo que es necesario para hacer de un
hombre dios, y lo hizo con más astucia que los
romanos con sus soberanos-dioses. El mismo
reconoce descaradamente que no pretendía
presentar al Jesús histórico y real, aquella
persona que Santiago, Pedro y Simón conocieron
personalmente. Muy por el contrario, él mismo
reconoce en Corintios 11:3-4, que la comunidad
de Jerusalén están predicando "otro Jesés". Sus
representantes, según dice, se autodenominan
apóstoles de Jesús y siervos del Justo. Ahora
son, en todo sentido, adversarios de Pablo.
Cerca del año 58 EC, Pablo está de vuelta en
Jerusalén -a pesar de los ruegos de sus
seguidores que, temiendo enfrentamientos con la
jerarquía apostólica, le pidieron que no fuese.
Y nuevamente se encuentra con Santiago y los
líderes de la comunidad de Jerusalén. Estos le
expresan la preocupación que comparten con otros
"celosos de la Ley", que Pablo, en sus prédicas
a los judíos en el extranjero, los está
incitando a traicionar la Ley de Moisés. Es una
acusación justificada, naturalmente, como Pablo
mismo lo aclaró en sus epístolas. Hechos no
registra su respuesta a tal acusación. La
impresión que nos da lo escrito es que él miente
y reniega de sí mismo, negando los cargos que se
le imputan. Cuando se le pide que se purifique
por siete días -para así demostrar lo
injustificado de las alegaciones y su continua
adherencia a la Ley- él acepta rápidamente.
Sin embargo, unos pocos días después, nuevamente
cae en manos de los "celosos de la ley", que son
mucho menos tolerantes que Santiago. Cuando es
avistado en el Templo, es atacado por una
multitud de gente piadosa; "éste" claman "es el
hombre que por todas partes enseña a todos
contra el pueblo, la ley y éste lugar..."
(Hechos 21:28). Surgen disturbios y Pablo es
sacado fuera del Templo corriendo sumo peligro.
En el último minuto es rescatado por un oficial
romano que, siendo avisado del disturbio,
apareció rodeado de soldados. Pablo es arrestado
y encadenado -bajo sospecha, aparentemente, de
ser el líder de los sicarios, un grupo
terrorista de los zelotes judíos.
En ese instante, la narración se torna cada vez
más confusa, y lo único que se puede suponer es
que hay partes de la misma que han sido
alteradas o eliminadas. De acuerdo al texto
existente, Pablo, antes que los romanos logren
llevarselo, dijo ser un judío de Tarso y pidió
que se le permitiese hablar a la multitud que
quiso lincharle. Muy extrañamente, los romanos
lo permiten. Entonces Pablo les cuenta de su
educación farisea ante Gamaliel (Un famoso
maestro fariseo en ese entonces), de su
hostilidad inicial hacia la Iglesia Primitiva,
de su rol en el asesinato de Esteban y en su
subsecuente conversión. Todo esto, o tal vez
parte -sin que podamos precisar cuál- provocó
nuevamente la ira de la multitud. "Quita de la
tierra a tal hombre" gritaron "porque no
conviene que viva" (Hechos 22:22). Ignorando los
pedidos de la multitud, los romanos llevaron a
Pablo a "La fortaleza" -probablemente la
fortaleza de Antonia, cuartel general
administrativo y militar de los romanos- y
quisieron interrogarle con torturas.
¿Interrogarlo? ¿Por qué? Para determinar por qué
provoca tanta hostilidad entre la gente, según
Hechos. Aunque Pablo ya había aclarado su
posición en público, tal vez haya algunos
elementos en su discurso que, de forma confusa
en el texto, fueron considerados subversivos por
los romanos. De cualquier forma, la tortura no
podía practicarse contra alguien con
nacionalidad romana. Pablo, habiendo nacido de
una rica familia de Tarso, convenientemente la
tiene. Invoca este inmunidad, evade la tortura,
pero sigue encarcelado.
Mientras tanto, un grupo de judíos furiosos,
cuarenta o más, se reunen en secreto y juran no
comer ni beber hasta matar a Pablo. Los
asesinos, según Hechos, son descubiertos por la
oportuna y sorpresiva aparición del, hasta
entonces no mencionado, sobrino de Pablo, que se
entera de sus intenciones. Este familiar, de
quien no sabemos más, informa a Pablo y a los
romanos. Esa noche Pablo es transladado fuera de
Jerusalén por su propia seguridad. Es escoltado
por 200 infantes, con dos centuriones al mando,
200 lanceros y 70 hombres de caballería. (Hechos
23:23) ¡Una escolta de 470 soldados! Lo llevaron
a Cesárea, capital romana de Judea. Allí aparece
ante el Gobernador Romano y el rey-títere puesto
por los romanos, Agripa. Como todo ciudadano
romano, Pablo tiene derecho a exponer su caso
ante el César en Roma y lo reclama. Como
resultado, es enviado a Roma, ostentosamente,
para se juzgado. No hay dato alguno de por qué
lo iban a juzgar. Se cree que Pablo murió en
Roma entre el año 64 y 67 EC.
Según Hechos, la Iglesia Primitiva es afectada
por un temprano cisma. El instigador de ésta
división es Pablo. El principal enemigo de Pablo
es la enigmática figura de Santiago, "el hermano
del Señor". Es evidente que Santiago es el
Líder, por todos conocido, de la comunidad de
Jerusalén, que luego sería llamada "La Iglesia
Primitiva". La mayor parte del tiempo, Santiago
es presentado como un extremista
fundamentalista(11), aunque nuestra cierta
disposición a ser permisivo en ciertos puntos de
la Ley, si es que podemos confiar en Hechos. Sin
embargo, toda la evidencia nos sugiere que,
hasta ésa ligera disposición, es obra de las
libertades que se toma el autor de "Hechos de
los apóstoles"(12). Obviamente Santiago no podía
ser omitido en la narración -su rol y liderazgo,
suponemos, sería demasiado conocido como para
eliminarlo. En consecuencia, solo restaba
dejarlo a un lado de alguna forma, y retratarlo
como una figura conciliatoria -una figura, de
alguna manera, ocupando una posición entre Pablo
y los extremistas.
De cualquier forma, la trama se reduce al
conflicto entre dos fuertes personajes, Santiago
y Pablo. Einsenman demuestra que Santiago surge
como el custodio de la pureza original de las
enseñanzas; el exponente de la pureza original y
la adhesión a la Ley. Ni Jesús ni la jerarquía
nazarena querían crear una nueva religión; ellos
predicaban un mensaje específico judáico,
dirigido a los judíos, tal y como Jesús dice en
Mateo 5:17-19: "No penséis que he venido a
abrogar la Ley o los profetas; no he venido para
abrogar sino para cumplir. Porque os digo que
hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una
jota ni una tilde pasará de la Ley hasta que
todo se haya cumplido. De manera que cualquiera
que quebrante uno de estos mandamientos muy
pequeños, y así enseñe a los hombres, muy
pequeño será llamado en el reino de los
cielos..."
Para Santiago y la Comunidad Cristiana de
Jerusalén lo que interesa de la enseñanza de
Jesús en persona y el hecho de que es el Mesías,
en el significado de aquella época -un soberano
justo. El nunca intentó convertirse en un objeto
de adoración. Con certeza, él nunca tuvo la
intención de ser considerado una "Divinidad".
Pero, en manos de Pablo, Jesús es convertido en
un diso en todo sentido, uno cuya vida tiene que
competir con las de las divinidades rivales, con
las que competía por conseguir más devotos.
Después de todo, "los dioses venden usando los
mismos principios de Marketing empleados para
vender alguna gaseosa o hacerle la campaña a
algún político(13). Para los principios de
Santiago, y para cualquier judío devoto, esto
era, obviamente, una blasfemia y significaba
apostasía. Dadas las pasiones desatadas por
estos temas es improbable que el conflicto entre
Santiago y Pablo se haya mantenido en un debate
civilizado, como pretende sugerir el autor de
Hechos. Más bien debe haber creado el tipo de
hostilidad asesina que aflora hacia el fin de la
narración.
En pleno conflicto entre Santiago y Pablo, la
emergencia y la evolución de lo que hoy llamamos
Cristiandad quedó en una encrucijada. Si la
mayor parte de su desarrollo se hubiera
mantenido conforme a las enseñanzas de Santiago,
no habría existido ninguna "Cristiandad", sólo
una forma particular de judaismo, que podría o
no ser la forma dominante. Tal como vemos las
cosas, la mayoría del nuevo movimiento
gradualmente se fué estableciendo, uniendo y
coalicionándose, durante los tres siglos
siguientes, alrededor de las enseñanzas de
Pablo. Es así que, para el indudable y postumo
horror de Santiago y su gente, una nueva y
entera religión había nacido -una religión que
cada vez tenía menos que ver con su supuesto
fundador.
1.N. del T.: Es bastante extraño que Pablo
aparezca como una fanático saduceo trabajando
para los sacerdotes saduceos en Hechos 26:12;
pues en Hechos 26:5 se nos dice que vivió su
vida como fariseo. Sabiendo la gran diferencia y
enemistad entre los saduceos y fariseos nos
asaltan las siguientes preguntas: ¿A qué grupo
pertenecía Pablo realmente? ¿Estaba con ambos?
¿En qué momento cambió de bando y se unió a los
aliados de los romanos?
2.N.T. En su libro "Pablo y la alteración del
Cristianismo", (versión árabe, Instituto
Internacional de Estudios Humanísticos, 1991)
pp.35-44. Haim Maccoby sugiere que Pablo
realmente no tenía ninguna autorización, sino
que iba en una misión no oficial para secuestrar
o asesinar a algunos nazarenos. Esto se basa en
los problemas que Pablo tuvo con las autoridades
sirias y en el hecho de que Siria no era ni
siquiera un dominio romano.
3.N.T. Sk. Md.
Abdul Hayee, en su libro "In search for the
Truth", sugiere que el incidente en sí es un
invento de Pablo, o Lucas, debido a las tres
diferentes y contradictorias versiones del
incidente que nos muestran: Hechos 9:7; Hechos
22:9 y Hechos 26:14. pp.19-20 del citado libro,
edición inglesa, 1992, Chowkash, Dhaka.
4. Baigent, Leigh y Lincoln, ob. cit., pp.
74,75. Existe la posibilidad de que Pablo no
haya ido a Damasco, pero sí al monasterio de
Qumran, pues la comunidad de allí se refería a
su lugar como "la tierra de Damasco" (Eisenman,
Macabeo..., p.27 y p. 69, nota 122) En una
conferencia titulada "Pablo el Herodiano", el
profesor Eisenman, expone a un Pablo como agente
de los saduceos de Herodes, y enemigo de todo lo
que Santiago y los zadoqueos defendían. Su
presencia en la comunidad nazarena, tal vez en
Qumran, sería con fines de espionaje o
provocación.
5. N.T. Esto es clara evidencia de que Pablo en
ningún momento perteneció a la dirigencia de la
Iglesia Primitiva formada pr los apóstoles de
Jesús.
6. N.T. No es de extrañarse, pues este autor es
Lucas, discípulo y compañero de Pablo "Hizo un
libro con el evangelio predicado por éste".
Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas,
Madrid, 1989, p.3, Introducción al Nuevo
Testamento.
7.N.T. Tal vez porque la Ley es de Dios y no
corresponde a ningún ser humano dar concesiones
con respecto a la Ley Divina. Santiago, Apóstol
y Primer Jefe de la Iglesia lo sabía muy bien.
8.N.T. Una actitud muy extraña, viniendo de un
"Santo Apóstol del Señor" y "Padre de la
Iglesia", en especial porque dirige sus ataques
a los apóstoles que, a diferencia de el, si
vieron a Jesús y fueron elegidos por él. El
ataque se repite en otros lugares del
N.Testamento, ¡Cualquiera diría que quería
desprestigiarlos para ocupar sus lugares a la
cabeza de la Iglesia!
9.N.T. Es interesante ver desde 2:17 hasta el
fin del capítulo; "Santiago" repite varias veces
que la fé sin obras está muerta, es imperfecta.
Esto coincide con la posición del Islam al
respecto.
10. Eisenman se refiere a la actitud psicológica
demostrada por Pablo en su primera carta a los
corintios, donde, entre otros preceptos, explica
su extraña necesidad de "ganar": "Por lo cual,
siendo libre de todos me he hecho siervo de
todos para ganar a mayor número. Me he hecho a
los judíos como un judío, para ganar a los
judíos...a los que están sin ley, como si yo
estuviera sin ley...¿No sabes que los que corren
en el estadio, todos a la verdad corren, pero
uno solo se lleva el premio? Corred de tal
manera que lo obtengáis".
(Primera Corintios, 9:19-27)
11. N.T. Algo que, ¿por coincidencia? vivimos
hoy los musulmanes. Tal vez la Historia es
verdaderamente una gran rueda que gira y gira,
repitiéndose los mismos acontecimientos, pero
con personajes diferentes. Sin embargo, parece
que los no musulmanes resistieron mucho más que
la Iglesia Primitiva. ¿O es que la lucha de
éstos verdaderos seguidores de Moisés y Jesús la
heredaron los musulmanes? A buen entendedor,
pocas palabras bastan.
12.N.T.
Ver la introducción al N. Testamento de la
Biblia Latinoamericana, 1989. De cómo Lucas,
autor de Hechos y del evangelio con su nombre,
se tomó "alguna libertad" con la palabra de Dios.
pags. 2 y 3.
13.N.T. Es
importante que recordemos "Cuánto" podemos
confiar en los comerciales y otros medios de
mercadeo y publicidad. Basta observar y comparar
las campañas políticas o publicitarias con las "campañas-prédicas"
de algunos cultos y sectas modernos.
Volver
al índice

|